En su juventud Frank, un ladrón de poca monta, pasó un largo tiempo en la cárcel y desde entonces no tiene mucho contacto ni con sus hijos ni con su mujer. Ahora, ya mayor, Frank vive solo en una casita en medio del bosque y se divierte abriendo cerraduras. Hunter, su hijo mayor, no puede visitar a su padre asiduamente y por eso idea un plan singular: compra un robot especialmente diseñado para atender las necesidades del anciano y vigilar sus horas de sueño, alimentación y ejercicio físico. Frank, reacio a cualquier novedad, asume el robot como una amenaza.